La Bahía de Chame fue declarada en 2009 como área protegida.
Redacción EntreMes / publicidadentremes@gmail.com


Cientos de chameros a lo largo de la cinta de manglar que bordea la Bahía de Chame trabajan en la producción de carbón, un oficio tradicional y que data de décadas, pero ilegal, actualmente.
La Bahía de Chame fue declarada en 2009 como área protegida y la tala de mangle es un delito ambiental tipificado, pero aun así, se sigue usando como materia prima para la fabricación del apetecido carbón, e incluso, como insumo para la construcción.
Para el ministro de Ambiente, Milciades Concepción, este es un tema no negociable ya que esta es una zona protegida a la que obligatoriamente se le debe respetar su normativa. “La tala del manglar en una práctica ilegal sancionada penal y administrativamente”, recalcó.
Por último esta actividad ha ido afectando la salud de cientos de panameños que se exponen permanentemente a condiciones inhumanas por la calidad del aire que respiran, ya que la producción de carbón implica exposición a temperaturas altas y al humo, lo que genera afectaciones pulmonares, entre otras enfermedades.
De acuerdo a Mi Ambiente, existen razones de peso para hacer un cambio real en este tema y pasar del uso indiscriminado del manglar a actividades que sean sostenibles y responsables con el medio ambiente; sin ningún impacto negativo en la salud de la gente y del entorno, sin afectar los ingresos de cientos de familias, muchas de ellas, con un registro histórico en esta actividad de cerca de un siglo según datos de las misma población.
Soluciones reales a un conflicto que lleva décadas.


Desde hace décadas ha existido tensiones entre las autoridades y las familias que viven de la explotación del manglar.
Recientemente se realizan operativos de seguridad dentro del manglar, en los que han participado unidades de la Policía Ambiental, el Ministerio de Ambiente e incluso la Fiscalía Ambiental, lo que causado revuelo en estas comunidades.
Para evitar confrontaciones y orientar a la población, se estableció una mesa de diálogo con los representantes de los productores de carbón, y de manera paralela se ha abierto una consulta pública en estas comunidades que permitirá conocer en concreto cuántas personas obtienen su sustento del manglar.
Marisol Ayola, directora Regional de MiAMBIENTE en Panamá Oeste, sostuvo que plantean conocer quiénes realmente viven del manglar a través de un trabajo profundo de intervención socioeconómica, como nunca se había hecho en esta zona, con el que se espera recoger data variada como: cuantos conocen estas poblaciones sobre la normativa vigente, deficiencias, capacidades e interés real de hacer una reconversión a otras actividades.
La realidad que se vive en el manglar.
En la zona de explotación de manglar, donde saltan a la vista hornos ubicados estratégicamente en en Sajalices y Espavé , trabaja Abdiel Quiróz un residente que tiene 40 años trabajando en la producción de carbón.
“Tenía 15 años cuando empecé a trabajar aquí (Espavé), junto a mis hermanos y con esto he mantenido a mi familia. He educado a mi único hijo para que no siga en este negocio”, contó.
Quiróz reconoce que ante la falta de oportunidades, el manglar es la opción económica para llevar el sustento a su hogar, especialmente en medio de esta pandemia que se ha llevado otras opciones como los trabajos en la construcción. Y es que la historia de Abdiel es una radiografía que se repite una y otra vez, familia tras familias, incluso en las mujeres, que también forman parte de los carboneros.
Y es que para producir carbón, el proceso se inicia desde la tala del mangle, para lo que deben adentrarse en el manglar, transportarlo en bote con la marea alta hasta los espacios en los que han sido establecidos los hornos para la quema de los tucos de mangle.
No es una tarea fácil si se toma en cuenta que todo el proceso se realiza bajo condiciones insalubres, con un aire permanentemente contaminado por el humo que produce el proceso que inicia apilando los tucos en pirámides de madera ya cortados en trozos de diferentes tamaños de adentro hacia afuera. Los más pequeños dentro y los más gruesos hacia afuera hasta cubrir la estructura con paja y luego con arena carbonizada.
Según los conocedores, el paso más difícil es la prendida del fogón, pues se debe dejar una bara que haga de mechero en la base de la pirámide, una vez encendido, el horno puede tomar entre 3, 4 o 5 días para carbonizar el mangle, que estará listo cuando el humo de las señales. Un conocimiento que solo se gana con la práctica.
Cada montículo luego de destapado debe dar entre 60 a 90 sacos de carbón que se vende en sitio a un promedio de B/ 3.50 por unidad, pero, los costos de producción son altos: un bote o panga lleno de mangle puede tener un costo de hasta 80 dólares, el bulto de paja usado para recubrir los leños es de B/ 1.50 un rubro que puede alcanzar los B/ 40.00.
Aún con los altos costos de operación, de salud pública y ambiental, los carboneros de Chame no ven otra manera de vivir en su entorno, por lo que se hace inminente esta realidad como una tarea impostergable.
Foto: Mi Ambiente
Foto: Mi Ambiente