Producción exige una cantidad de recurso hídrico que ya no es posible sostener.
Eva Pérez / Reportaje / Publicidadentremes@gmail.com
Otilia Guerrero, trabaja cada día en su Cultivo de Arroz, siendo un ejemplo de gran aporte al desarrollo de su comunidad.
Desde Santa Clara – distrito de Arraiján, logramos participar de la zafra que para este año logró impulsar de una forma más rentable y autosostenible.
En una finca de ocho hectáreas, Otilia camina por su campo de arroz; cada paso es un fuerte crujido. Siendo las 3:00a.m se prepara para la cosecha del grano, una actividad que viene desarrollando desde hace tres años, tiempo suficiente para conocer los pro y contra de este rubro.
Asegura, que su bosque al formar parte de la subcuenca, le ha permitido no solo una basta cosecha, sino también incursionar en el cultivo de: plátano, limón, cilantros, yuca, ñame, cacao, toronjas y naranjas de la más alta calidad.
Guerrero, con su arduo trabajo logró ingresar al proyecto del Comité Río Paja, una asociación que promueve la conservación de los recursos naturales del distrito de Arraiján y de forma especial trabaja en el cuidado del recurso hídrico de la cuenca.
Una de las preocupaciones de Otilia, es el cambio climático y el deterioro medioambiental que están incidiendo de manera negativa en el rendimiento del cultivo.
La producción convencional del cereal, basada en la modalidad de inundación continua, exige una cantidad de recurso hídrico que ya no es posible sostener. Quienes se dedican al cultivo del arroz deben enfrentar una serie de desafíos cada año. El más importante tiene que ver con la variabilidad climática.
“La comunidad no ha visto lluvias sostenidas desde noviembre“, sostuvo. La causa de esta sequía no es ningún misterio: la temporada de invierno produjo pocas lluvias para alimentar los ríos que borden su campo.
“Este fenómeno ha estado ocurriendo con una frecuencia cada vez mayor, “En mis tres años trabajando con arroz, nunca había visto algo así, ni siquiera mis padres o abuelos”, dijo Guerrero.
Otilia, no cuenta con apoyos económicos y asistencia que le permita incorporar acciones técnicas a sus cultivos y preparase para una inminente sequia que pueda acabar con su sueño.
Su cosecha es muy arcaica y tradicional. A través de su herramienta “avión” que la acompaña todas las mañanas, logra a penas cosechar para unas 20 libras de arroz, que luego de un largo proceso de soleado, pasa a ser por el pilado a través de un pilón y venteo para separar el grano de la cáscara.
Sus manos muestran la dedicación que ha puesto al cultivo de arroz, en su variedad fortuno blanco y arroz por fangueo, que es muy poco común en la región, ya que requiere de suficiente agua.
Procesos que implementan en la finca Guerrero.